Querido Santa:
Se que tengo más de 14 meses que no te escribo (la carta anterior la escribí en septiembre del 2012, lo sé) pero este año ha sido tan catastrófico que no había tenido tiempo de sentarme a escribirte como es debido.
Cómo sabrás el año pasado te hiciste el loco y no me trajiste lo que necesitaba, pero menos mal que también le escribí al Espíritu Santo en diciembre que ese si no se pela y como un reloj el 21 de diciembre, me trajo mi cuota de sabiduría aprendida durante el año.
Pero este año es diferente, este año no quiero incordiarte con juguetes, peroles, aparatos, chocoros y demás artificios que ocupan espacio en mi casa (que ya de por sí está llena de corotos que a veces uno no sabe por donde pasar, y se que la mitad se perderán el día que me mude); Este año 2013 lo único que quiero es tan solo 10 días de paz. Escúchame primero antes de decirme que es muy difícil.
Venezuela ha estado en una especie de burbuja revoltosa desde Enero, con la Paradoja del Gato Schrödinger tomando fuerza, luego abriendo la caja con el gato dentro, y por último con todo este desorden caótico, que sinceramente a veces pienso que es planificado y las personas se han permitido ser llevadas como si de un perro paseado se tratáse.
Yo no quiero una computadora nueva (que la necesito), ni un carro (que sinceramente me hace falta), ni una nevera nueva (por que la mía acaba de quemarse gracias a los designios de CORPOELEC), es más ni siquiera te voy a pedir el auto volador para evitar la autopista (¡se que le trajiste uno a Pedrito el de la esquina!), ni el pasaje de avión para visitar a mi familia (y poner las cosas en orden) o esa botella de Ron Roble Ultra Añejo que tiene como un mes picando el ojo, pero como yo soy un hombre fiel a mi familia no le hecho caso aunque me ha invitado numerosas veces a los caminos pecaminosos del alcohol y la lujuria psicotrópica gustativa.
No, nada de eso, es más ni las hallacas te voy a pedir, ni que se acabe pronto está locura de tanta elección seguida en este país. Lo que te voy a pedir es tan sencillo que no te lo vas a creer. Solo te pido diez días de paz, del 21 al 31 de diciembre; Que no pase nada, que no maten a nadie, que el diario sea una cosa de 4 hojitas flacuchentas que enumere los deportes y los eventos sociales, pero que no ocurra más nada en mi país.
Tengo por lo menos 10 navidades seguidas sin saber lo que es la tranquilidad de compartir estos momentos tan familiares, pues, con mi familia. Siempre hay algo sucediendo, que si esto, que si aquello, que si no hay, que si viene, que si va. Sinceramente ya es suficiente con tener 11 meses de locura desmedida para que la navidad, un evento religioso y de mucha introspección quede completamente lleno de barro por el caos que tenemos en cada una de nuestros hogares venezolanas.
Querido Santa, recibe un gran abrazo que probablemente solo alcance para tu panza, te prometo dejarte un shot del ron que tenga en la casa. Eso de darle la vuelta al mundo en una noche debe ser agotador, sobre todo si nadie te ofrece una cerveza por si vienes recalentao’ de África y cada vez que abres una puerta te preguntan si eres el que viene a traer Kwanzaa o Hanukkah.
Luis R.
Just because you’ve got the emotional range of a teaspoon, doesn’t mean we all have
Hermione Granger
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