Venezuela es un país que está en pleno proceso de cambio y reconstrucción, no sabemos en que dirección, solo sabemos que está en pleno proceso, en toda la mitad y no sabemos a ciencia cierta para donde va a agarrar. Entre todo el caos citadino una tarde cualquiera mientras flotaba estupidamente sobre la nube número 9 (0 Después B.) sin prestarle mucha atención por donde iba, mis pies dieron un paso 7 cms de más, resbalé aún más estúpidamente y caí sobre mis tendones y la musculatura de mi pie izquierdo con mis 70 y pico de kilos efectivamente doblando y lesionando cualquier cosa debajo de la piel.
El dolor escuece, era realmente punzante, estrellas danzaban en mis ojos, y podía sentir el calor y el dolor chispeante subiendo por mis piernas hasta explotar en un dolor cefaleo cegador, decidí cancelar todos mis planes para ese día (gracias universo) y simplemente hice la menor cantidad de esfuerzo para llegar a mi casa.
No es la primera vez que me desgarro, rompo o tengo una lesión en las piernas, entrenar, correr y jugar fútbol te deja en algún momento los talones hinchados por un patadón. Pero esto se sentía distinto, era un dolor diferente, se sentía mucho más grave que cada vez que mis músculos se rompían para regenerarse más fuertes, esto se sentía como una ruptura real, de esas que requieren ir al médico por que hay algo roto en verdad.
No tenía el pie hinchado (cosa preocupante) pero no podía ni apoyarlo, el dolor era lo suficiente como para mandarme a mi cama a las 6 de la tarde (cosa impensada) y cuando mi mamá entro por la puerta y no me vió trabajando se preocupó genuinamente. Le conté lo que me pasó, me examino, y a falta de hinchazón, pues solo me puso un gel y me dió un desinflamatorio.
Por supuesto, levantarme de la cama la mañana siguiente fue una tarea titánica. No pude, en lo que moví los dedos pensé que tenía una fractura, el dolor era agudo y paralizante, podía sentir todo los huesos quejarse al mismo tiempo. Decidí ir a la clínica más cercana de mi casa, La Felix Boada. “¿No hay otra?” me preguntó mi madre, jamás le ha gustado esa clínica, le ha parecido durante los últimos 30 años un desperdicio de espacio en el pueblo de Baruta. Total es que nos fuimos para allá, y después de un par de horas, perdidas y de sentir que tendría que estar enyesado, me dicen que no me van a atender por que no les gusta el seguro.
Sentí unas ganas gigantes de agarrar a la mujer a batazos, ¿por qué no me pudo decir eso más temprano? ¿era muy difícil ser sincero rápido? dos horas pérdidas que pude estar haciendo algo por mi vida. Llamo a la oficina, y Becky, tan dulce ella, hace un trabajo detectivesco y me dice que me lance a la MotherShip de la trinidad, mejor conocido como centro médico docente.
Entrar en el Centro Médico es como entrar en un hotel 6 estrellas en Dubai, es sencillamente impresionante, todo funciona, todo es hermoso, todo es perfectamente limpio, parece salido de una serie de televisión, y empieza mi odisea, el taxista despiadado, y quizás intimidado, nos dejó en la puerta equivocada, a casi 1 km de dónde me tenía que registrar como paciente. Lo odie en silencio mientras mi cuerpo completo se quejaba de tener que sostener el peso solo con la mitad, mi gemelo derecho empezaba a quejarse.
Nos llevaron finalmente a las emergencias donde me recibieron, me pusieron en espera, y me di cuenta que de emergencia, no tienen absolutamente nada. Unas 10-14 horas pasé sentado en aquella sala inmaculada, fría como el infierno de Dante, y con una vista magnífica desde la nave espacial que no pude tomarle ni una sola fotico hipster pal Instagram.
La burocracia a veces le gana a la practicidad y eficacia, y esta evita que las cosas fluyan. ¿Que seguro es? nos preguntó la chica, que me hizo pasar 4 horas sentado con aquella lanza encajada en el pie, y luego a una sala donde me atendió un traumatólogo de unos 60 años, con una sonrisa amable y ojos con una picardía gigante, empezó a tantear los tendones mientras le contaba cómo me había tropezado estupidamente. Me pregunto si mehabíaa caído, dije que no, frunció el entrecejo, y me comentó “pues, no es un fractura, pero hagamos una radiografía. o cuatro”.
Sentado en el banquito donde me atendieron, pasaron unos bomberos con un señor en pleno ACV. Uno de ellos se me acercó y me dijo “¿Me ayudas?” y yo me sentí terrible por que si bien tenía la fuerza para ayudarlo “Apenas me puedo levantar” y se fue exasperado. Detrás de ese señor llegó otra señora más que también estaba en las últimas. Otro ACV. Me sentí realmente muy triste, ¿cómo es posible que esto ocurra tan a menudo en un solo día y en una sola sala de espera? Me niego a creer que este mal es tan común como creo que es durante esas escasas 10 horas.
Me enviaron a sentarme y esperar en una silla de ruedas, me tomaron 4 radiografías digitales (El geek dentro de mi danzaba con la tecnología) en un aparato gigantesco, que tenía cualquier cantidad de calibradores, y por supuesto el gran simbolo de radioactividad en la puerta, computadoras con bombillitos de colores, parecía una sala cualquiera de Star Wars/Trek.
Me llevaron de vuelta a la sala de espera, y los familiares de la señora del ACV (eran como 20) estaban todos hablando y aturdían a todos con la gritería. El televisor pasaba una retransmisión del juego del Arsenal y su victoria de la Community Shield, luego el del Dortmund que vencía al Bayern 2-0 por la super copa de Alemania. No todo era tan horrible. Pero tenía mucha hambre, el doble de frío, y llegó una señora que tenía las piernas dormidas.
“¡Ay Ramón!” decía la señora mayor, en su voz agrietada por el tiempo “¡no me las siento! Yo mejor me vuelvo a sentar y esperamos”. Su, asumo, marido le contestaba “Bueno Zulay, tranquilita ¿Sí? mejor esperemos que te atiendan y todo bien”; Esa conversación se fue en un espiral de edades, nada más en esa esquina habían fácilmente 400 años y sencillo e iba más o menos así:
– “Pero es que no, por que cuando mi mamá tenía 87, mi tía Rosa tenía 90, así que ella y tu mamá se llevan 5 años”
– “Pero Zulay ve, si mi tía se murió en el 2001 (¡!) y mi mamá en el 2003 (¡!) entonces no se llevaban 5, si no 4 por que recuerdo que mi tío pedro tenía 91 (¡¡!!)”
– “Pero juan ¿si yo tengo 70? Y mi mamá conoció a todas sus hermanas casadas y con hijos” ¡¡¡¡!!!!
Ya aquí perdí la cuenta, jugaban con el tiempo, y encima tenían el brío de hablar de hace 20 años como si fuese ayer, la familia era larguísima y solo hablaban de los que se habían muerto, porque, la gente sigue cumpliendo después que se muere, años e’ muerto.
“Bueno, ¿alguien quiere un café?” preguntaba el Sr Ramón, una persona de mirada amable y con una cantidad de cuentos de muerto que daban miedo, no por que eran de espanto, es porque se sabía las peripecias de la ya reducida familia
“¡Ay Ramón!” decía la señora Zulay, “Traeme un cafe con leche, a ver si se me quita este frío”
“Yo quiero un Latte Vainilla” decía una mujer muchos años más joven que el Señor Juan, asumo su esposa “Pero sin azúcar, no lo revuelvas. pero si no es de máquina no. Pero si es de espresso entonces prefiero un marrón. Y con Splenda es que el café es muy amargo”
“Un…¿qué?” preguntaba el Sr Ramón contrariado, en su vida había escuchado que carajo era un Latte Vainilla de Máquina. Total que el señor Ramón se perdió un rato largo mientras los demás seguían hablando y sacando su cuenta de todos los que ya no existían de su pasado. Una parranda de viejos de 90 años o más.
Más allá, llegaba una abuela con sus dos nietos, venían del campamento / plan vacacional, más percudidos y era contra la sanidad del hospital, pero normal, ¿que puedes pedir de un par de chamos de 8-10 años que han pasado todo el día brincando?
“Mamá, tengo sed.” decía el más grande “Bueno hijo, toma aquí 100 bolívares y ve a la máquina y saca algo de beber para ti, y algo para tu hermano” y el muchacho fue, y le daba vueltas a la máquina que solo aceptaba billetes de 5 y de 10. La prima exclamó “Osea ¿cómo es posible que vas a pagar 50 bolos con billetes de 5 y de 10? osea, ponte que quieras comprar ese pancito que está ahí, cuesta 175, ¿tu te imaginas meterle a esta cosa 17 billetes de 10? me da algo.” la otra primita le responde
“Pero en el cajero hay una opción que tu le dices de que denominación quieres los billetes”
“¿Qué? tu estas rascada, ¿Dónde has visto tu eso?” ¿dónde lo habrá visto ciertamente? Yo escudriñé mi cerebro y no pude recordar un solo cajero en 916 mil kilómetros cuadrados que ofreciera nada similar ni remotamente parecido ni aunque fuese por error.
El Sr Ramón regresó con un montón de vasitos de café con leche y empezó a repartirlos, la esposa de Sr Juan exclama casi con desesperación “Epa ¿cual es mi Latte Vainilla?” El sr Ramón contesta con mucha calma “Todos son Latte, no había de vainilla” ella lo mira con algo de desilusión y responde “Hmmmm, ¿entonces cual no tiene azúcar?” y el Sr Ramón responde con toda la pasividad del mundo “Ninguno tiene azúcar, todos son café con leche, aquí hay azúcar y removedores si quieren” no más preguntas, se bebieron su café en silencio sin chistar y sin contar historias de muertos. ¿A donde lo fue a buscar que se tardó tanto? misterio.
Cambio de turno. 1 hora y media perdida mientras terminaban de acomodar todo lo necesario.
Finalmente me vió un doctor mucho más joven, un fisioteraupa que trabaja con el Caracas Futbol Club, me miró, me tanteo nuevamente, se fue, regresó y me dijo “No tienes fractura. Pero tienes una lesión de tejidos blandos. Puedes estar 7 días haciendo las cosas bien, o te pongo tu yeso un mes si te portas mal” por supuesto mi cara de terror cuando dijo la palabra yeso creo que fue suficiente poema nerudense con absinthe para el y me dió un recipe con unas pastillas, unos ejercicios y un gel frío. Llegué a mi casa pasadas las 12 de la noche, La Super Nova Roja como siempre, me alegró el día con su brillo, y en el momento que escribo estas líneas, 3 días han pasado y sinceramente ya me subo a las paredes del aburrimiento y de estar inutilizado durante tanto tiempo. Siento que pierdo puntos de IQ con cada hora que pasa.
Y es así, cómo me saqué mi primera radiografía un día cualquiera y pasaré como perro echado 7 días subiendome por las paredes del aburrimiento a partir del día 4.
Whatever you do in life, surround yourself with smart people who’ll argue with you
John Wooden
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