Tiempos Dracónicos

Tráfico Capitalino

Mi Ciudad tu Ciudad

Hoy fue un día bastante peculiar. Recorrí la ciudad de punta a punta, desde las montañas perfiladas de edificios del sur, hasta la planicie escalonada del este y el caos monumental que regularmente desborda esta zona sin ley.

El caos que se crea en la avenida Francisco Miranda en los puntos donde hay entrada y salida a la autopista Francisco Fajardo o la Rómulo Gallegos bordan en la ficción Asimonovica u Orwellsiana. Yo pensaba que el caos de la Autopista de Prados del Este después de las 5 de la tarde era agobiante, pero esta vaina supera con creces cualquier inmundicia que haya visto en la vía Baruteña.

Probablemente porque el Autobusero que conducía como si fuese Pastor Maldonado iba llevándose todo por el medio y gritándole improperios varios y pintorescos a cuanta persona se le ocurriera circular por su canal como lo haría una persona cuerda metido en una lata de sardinas tamaño familiar de 5 toneladas de vidrio y aluminio.

A todas estas, la iglesia María Auxiliadora era una mancha en mi visión periférica a 100 km/h, mientras tocaba la bocina a ritmo de Maelo Ruíz –otra vez-

Pero quizás una de las cosas que más me llamó la atención de mi travesía franciscana, es la cantidad de gente que utiliza la unidad de transporte como comedor improvisado; Desde cachitos con jamón rancio, hasta una parrilla mixta; Doritos, papitas, platanitos, galletas, canelones, gansitos, croissants, y demás implementos de merienda de media tarde, mientras el sol inclemente se oculta en el horizonte achicharrando a todos los transeúntes sin discriminación.

Finalmente, una anécdota:

Estando ya en Campo Alegre, un autobusero le grita a otro “Chamo vámonos por arriba esta cola esta inaguantable” el bus donde voy, el busero con su chaqueta del Manchester United “bueno pero metete pues, dobla aquí mismo y sube”

Después de la pelea respectiva con una señora encopetada que no les quería dar paso, se enfilan los dos autobuses calle arriba, y al llegar a la primera esquina el primer bus se detiene, el segundo –donde incidentalmente iba yo- le dice

“¿Qué pasó?” curiosamente:

“Bueno dale tu adelante y guías, yo no sé por dónde es” primera sorpresa. Sugerimos un atajo y no lo conocemos

“Pero… ¿cómo? ¿Tú no sabías? ¡Yo pensé que tú sabías! ¡Te vengo siguiendo a ti!” el uno por el otro y la casa sin barrer, demás está decir que se perdieron momentáneamente hasta que preguntaron.

Así es mi ciudad, Tu Ciudad.