Hace ya unos años, salía con una muchacha de su casa, sencilla, sin muchas pretensiones, ella no bebía nada que tuviera alcohol, así que en una reunión normal bebía refresco y agua. Cosa que para mi era muy contrariada porque toda la vida me ha gustado el Ron, herencia paternal;
Sin embargo hacer que esta niña le tomará algo de cariño a esta bebida única caribeña era todo un reto, su paladar no se terminaba de acostumbrar al sabor y el sentido punzante de la melaza fermentada.
Un día me invitaron a una reunión en casa de una de sus tías maternas, me pidieron que llevara algo para beber, por supuesto pregunté que podía llevar y ofrecí una botella de Ron Diplomático, el anfitrión no le gustó mucho la idea, y me arrugó el entrecejo, y me comentó que lo iba a pensar. Pero no podía pensarlo demasiado o simplemente me aparecía con mi pecho cuadrado, unos limones y una coca cola y listo. Pero algo me decía que tenía que hacer algo más, y se me ocurrió sentarme a hojear cócteles, a ver si por lo menos así, en ese entonces mi pareja se dignaba a acompañarme con algo.
Todos los tragos que veía eran sumamente complicados, usaban unos licores carísimos y que encima era muy difícil conseguirlos (y prepararlos y que quedarán bebibles). La gran mayoría eran dulces, pero le faltaban convencimiento, hasta que mis ojos se posaron en una maravilla dulce. Un coma diabético cualquier día de la semana pero el traje perfecto. Así que manos a la obra decidí probarlo antes de aventurarme a hacerlo en cualquier otro sitio.
Baje a la tienda, y compre un pote de Helado de Vainilla de 2 litros, syrup de chocolate, y una bolsa de hielo pequeña. A la licuadora va todo bien bonito, pones los licores y le das al botón de Liquify; El resultado fue inesperado, la mezcla del helado con los licores varios y el hielo completamente desmenuzado le daba un toque dulzón pero sin dejar de tener el latigazo del alcohol. Y a medida que bajaba por tu garganta una alegría muy extraña se acumulaba en tu corazón. creo que era el golpe del Azúcar con el frío y el etílico. Mi plan maquiavélico tendría éxito. o eso suponía yo. Ahora, a conseguir los ingredientes para ese sábado.
Antes de cenar, me propuse a hacer mi trago. El novio de la hermana me vió con cara de pocos amigos y me comentó:
“Esa vaina es un trago de jeva. ¿Tu vas a beber eso?”
“No claro que no. Tenemos la de diplomático gran reserva seco. esto es para las chicas y las señoras. no hay mucho tampoco así que no te emociones”
Primer Error en una serie de errores
El hielo. cada tajo de hielo era gigantesco, y si se me ocurría tirarlo en la licuadora así, mínimo mellaba las aspas, así que me di a la tarea tediosa de picarlo todo antes con una cucharilla. Y por supuesta cada cabeza que pasaba por la cocina
“¿qué estás haciendo que estás picando tanto hielo?”
“Una Sorpresa”
“no me gustan tus sorpresas”
Segundo Error en una serie de errores
Pregunte si tenian ron blanco, y me confundieron la botella con ginebra. Ah. cambio de planes, tuve que usar una medida del Diplomático Gran Reserva que además de cambiar el sabor drásticamente hizo que tuviera un golpe alcohólico muchísimo más alto que el que había medido inicialmente. ¿Que podía suceder?¿Que tan terrible podía ser? Bueno, después del 3ero si era medio peligroso la verdad.
Tercer y Último Error en una serie de errores
El helado estaba muy aguado y tenía un sabor como a plástico. Definitivamente Tío Rico ha perdido cualidades. Con todo esto sinceramente pensé que el cóctel saldría terrible o imbebible. Ya pensaba que me desterraban por el desastre en la cocina, la cantidad de cosas que use en el lavadero y encima ese menjurje dulce y alcoholizado.
La licuadora chilló hasta más no poder, la dueña de la casa me veía con cara de pocos amigos, y yo la ignoraba lo mejor que podía con la sonrisa nerviosa más grande que se cruzó en mi cara. Finalmente estuvo listo. Lo serví y entonces, esa expresión:
El dulce del helado y del syrup de chocolate, el frío del hielo nublando la lengua, y por supuesto la patada del ron y el vodka imperceptible por el azúcar, pero que queman igualmente, al llegar esa combinación al estómago, la cara se retuerce en un gesto entre alegría y dolor, no sabe a ciencia cierta que está pasando, es confuso, les encanta, pero sienten que no se van a poder levantar si se toman el vaso completo. El mundo da vueltas, probablemente ya esten ebrias pero, ¿importa? están en su casa, y los demás no van a manejar, este cóctel, trago, cosa extraña ¡Vaya Sorpresa! les encanta, pero…
“¿Que rayos es esto Luis? ¡Está demasiado Bueno! ¡Dime que queda más! ¿qué es? ¿Cómo se llama?”
“Felicidad Líquida”
Knowing trees, I understand the meaning of patience. Knowing grass, I can appreciate persistence
Hal Borland
You must be logged in to post a comment.