Tiempos Dracónicos

El Día Que Me Quieras

¡como ríe la vida

si tus ojos negros me quieren mirar!

Y si es mío el amparo

de tu risa leve que es como un cantar,

ella aquieta mi herida,

¡todo, todo se olvida..!

Hay momentos en la vida en los que no sabes con mucha precisión porque alguien llega a tu vida o con que propósito. Mucha gente lo llama casualidad, otras destino, otras lo llaman causalidad, yo prefiero no etiquetarlo y simplemente ver como la historia se va desarrollando frente a mi.

Hay días en los que no entiendo el cielo, días en los que parece un gris profundo y otros días en los que parece un azul brillante, con sus respectivos sentimientos diferentes, alegría, melancolía y felicidad. Y luego están esas personas que llegan como la lluvia del desierto, sin avisar, como un vendaval, y te levantan del suelo y te llevan a lugares a los que no tenías idea que podías llegar.

Cuando consigues quien pueda llevar tu ritmo, por más apresurado que sea, que entienda levemente tu vida, o que simplemente comparta contigo una taza de café, nunca sabrás las implicaciones hasta que es demasiado tarde y se convierte en una amistad con raíces profundas e inquebrantable o en esa trampa mortal que es la atracción femenina (o masculina dependiendo de lo que prefieras)

El momento en que tu mundo se pone boca abajo por una sonrisa es tan difícil de ubicar, un día la ves, y no hace absolutamente nada, es un simple gesto, y al despertar al día siguiente, sientes como si se vertiera una caldera de acero fundido en tu cuerpo, sientes que hay algo que hace que todo pierda la noción de la normalidad y terminas cayendo profundamente en una especie de burbuja del tiempo donde las manecillas del reloj se detienen y todo carece de importancia.

El día que me quieras

endulzará sus cuerdas

el pájaro cantor,

florecerá la vida,

no existirá el dolor

No negaré que da un poco de miedo sentirse así, abrir nuestro universo y permitir que alguien pasee alrededor, rayando las paredes, y haciendo remiendos y acomodos siempre genera algo de temor. Hace unos días solo decía que buscaba quien me acompañe a perder mil veces la vida seguramente, y hoy siento ese temor delicioso de la inseguridad total, como niño adolescente a quien la niña bonita del salón le dice un sencillo hola ¿cómo estás?

Esa trampa mortal de ojos cafés brillantes y sonrisa encantadora, que dejó de ser una expresión, para convertirse en el calor del sol en una mañana fría de diciembre. Esa taza de café compartida al azar, ese momento en que las cosas simplemente pasan y las admiras, ese instante en que un beso puede cambiar tu vida, y una caricia reconfortar tu tristeza, o algo tan sencillo como el apoyo incondicional una tarde lluviosa cuando todo sale mal. Esa persona que altera la gravedad de tu mundo 7 veces al día y por alguna razón te hace sonreir aunque todo vaya mal.

Tan solo resta regar las raíces y ver que tan profundas pueden llegar a ser, y el día que me quieras, seguramente, la luna celosa, nos mirará pasar.