En octubre del 2012 decidí empezar un motín, sublevarme y convertirme en el capitán de la embarcación a la fuerza.
(Nombre Desconocido) Auguste Mayer (1805-1890). Óleo sobre Lienzo, 1836, Esta pintura representa la Batalla de Trafalgar
Por encima de todo y de todos, convertirme en el líder que impulsa este barco, y decide a que viento le hacen caso las velas, con rumbo fijo y el timón fijo entre mis manos, decidí arrancar la guerra de mi propia independencia laboral, pelear contra la máquina como quien dice.
Ha sido un viaje tormentoso, el pacífico arremete con toda su fuerza sobre natural esta pobre embarcación de velas rasgadas, brújula y astrolabio inútiles contra esta marea traicionera.
Sin embargo en el camino me he encontrado un barco aliado, una fragata rápida y que surca el agua de forma calmada, y a cargo de este un capitán de piel curtida por la sal, con una damisela en el puerto esperándolo al final de cada día en altamar.
Aún me muevo por aguas infestadas de tiburones, piratas, y ballenas blancas y azules con ganas de hundirme por simple reflejo, de guerras y batallas navales, de vientos huracanados, de tifones y olas gigantes, con la mitad de la tripulación añorando tierra cada noche que pasamos en altamar.
Después de todo este tiempo, finalmente aprendí a controlar este barco, errático a veces, increíble en otras, pero tomando forma y llenando de caracoles y cicatrices la cubierta y el casco, dejando en alto la bandera de colores que me identifica como un navío más en este océano de agua y fuego que llamamos vida.
No sé si lo que escribo en esta bitácora tiene sentido, o si quiera razón de ser, solo sé que sigo al sol cada noche cuando se oculta, persigo a las estrellas, y busco el tesoro perdido en el fondo del mar.
We cannot comprehend what comprehends us
Wendell Berry
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