Hacían 40 grados en la terraza. Tenía una Club Colombia negra en la mano. La botella transpiraba, mientras le preguntaba a mi tía Ana Vicenta cual librería era la más grande de la ciudad. “Panamericana, la que tú quieras” fue su respuesta en el 2012 en Cartagena de Indias, cuando aún vivía. Lo guardé en mi menté, pensaba comprar tantos libros como me cupieran en la maleta. Venezuela no imprimía libros, no los traía o los importaba, destinados a una vida iletrada y con pasquines gubernamentales propagandísticos llenos de tonos rojos y la sonrisa diabólica del dictador de turno.
La esposa de mi primo me comentó distraída de un “chócoro” electrónico que le había regalado su jefe, no sabía mucho que hacer con él, total tenía los libros en la repisa. Y me lo trajo para que lo viera; un Kindle Gen 3 con su respectivo teclado físico, jamás pensé en tener uno en mis manos.
Fue amor a primera vista, John Steinbeck y su bigote en escala de grises me daban la bienvenida. Su batería estaba al 75%. Y no había sido utilizado más que para dar las gracias al obsequiante. Una idea genial salió de los más profundo de mi mente “¿Tu no usas este aparato?” Me dice no, con malicia respondo: “Véndemelo”. Y 20.000 pesos después tenía un Kindle. Lo llamé Haelga.
Mi novia en ese entonces no entendía: “Pero si a ti te gustan tanto los libros físicos ¿para qué compras un reloj de pulsera digital tamaño familiar?” con una sonrisa le respondí sin temor a dudar un segundo “Future Proof”.
Muchos se quejan que el Kindle no es igual, nunca reemplazará un libro físico, que el olor a tinta y papel no tiene comparación, que nada como pasar las hojas lentamente. Que no hace falta batería, internet, luz o WIFI para leer sobre papel. Que una vela es suficiente. Y yo estoy completamente de acuerdo con ellos. Nada reemplazará nunca la experiencia de leer a García Marqués o a Cortázar por primera vez en papel y pelear con las hojas ásperas por el tiempo y por el uso.
Y sin embargo el Kindle, más que ser un simple e-reader electrónico, se ha convertido en una opción. Antes solamente podíamos escribir cartas. Luego podíamos enviar un mensaje telegráfico. Luego teníamos el teléfono como tal. Y en el presente, tenemos no menos de 20 formas de comunicarnos con los demás en audio, video y texto (Whatsapp, Telegram, Instagram, Facebook, Twitter, Hangouts, Allo, Facetime, Messenger, Skype y pare usted de contar)
El Kindle es, quizás, el segundo paso de nuestra historia contemporánea en donde tenemos una segunda forma de imprimir (bueno…imprimir) una novela de 500 páginas y que alguien más la pueda leer al otro lado del planeta. El Kindle, no es un reemplazo (jamás lo será, o tal vez pero no por ahora) es una opción más. Es una forma de llegar a más personas. Adicionalmente es una opción realmente portable. Si te vas de viaje, te llevas un libro. Ese libro posiblemente no te dure lo suficiente.
Se que muchos de ustedes aman ir a la librería, y caminar las estanterías mientras consiguen algo que les llame la atención. Una portada, un nombre, quizás el lomo de un libro con una tipografía extraña. El camino del descubrimiento y el asombro. De ver un libro cerrado, abrirlo por primera vez, y saber que son los primeros dedos que acarician las páginas. Eso en el Kindle se pierde un poco, sin embargo Amazon ha logrado más o menos replicar la experiencia (con mayor o menor éxito) al permitir navegar la página de los libros y hojear las primeras veinte páginas de manera digital. Nunca será igual, pero es lo que más se acerca.
Otra ventaja es que básicamente puedes conseguir lo que quieras, como quieras en el idioma que quieras sin tener que dejar el alma y la alegría con los agentes de Aduana (no importa en el país que estés, los agentes de aduana son de las peores cosas que te puedes conseguir) Siempre tendrás todo a la punta de los dedos y puedes comprar el libro que quieras con un click a un precio módico (una fracción del impreso)
Para mí la forma de conseguir libros nuevos es a través de recomendaciones, de hecho, desde que está situación se ha agudizado en mi país de nacimiento, nos valemos de recomendaciones de personas en todas partes del mundo. Una amiga una vez me dijo que entró en una librería de Buenos Aires en el 2014 y al ver la cantidad de libros, opciones, ediciones se abrumó tanto que se paralizó y tuvo que salir de la librería. Después de no ver un solo libro durante años, tenerlos todos juntos en un solo sitio requería una inmersión cuidadosa.
En el Kindle puedes tener por lo menos 20 o 30 libros y puedes leer lo que quieras, donde quieras. Te da la facilidad de aislar el mundo y vivir dentro del cuento un rato, apartando la distracción mundana del teléfono y las redes sociales y permitiéndote, como las hojas muertas, volar sin tener que dejar tu habitación.
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H. Jackson Brown Jr.